El día de Nochebuena vino un montón de gente a cenar a casa: los yayos, los tíos, los bisabuelos, los tíos y la prima de mamá... ¡Con lo que me gusta a mí que haya tanta gente en casa! Me pegué todo el día diciendo: ¡Fiesta, fiesta!
Lo mejor de todo fue cuando después de cenar llamaron a la puerta. Fui corriendo a abrir y ¿a que no sabéis a quién me encontré? ¡A Papá Noel! ¡Con un saco lleno de regalos!
Le dí la mano y lo llevé al salón. Allí me dio todos los regalos y luego se tuvo que ir prontito para seguir repartiendo juguetes a otros niños.
¡Menuda ilusión que me hizo!